El Directorio fue un Poder Ejecutivo unipersonal impuesto el 26 de enero de 1814 por una Asamblea convocada por el Segundo Triunvirato. Después de las derrotas de Napoleón en Europa, los acontecimientos que casi a fines de 1813 se estaban desarrollando en Europa, anunciaban un inminente retorno de Fernando VII al trono de España. Era evidente que el monarca restaurado no tardará en enviar una expedición armada hacia el Río de la Plata, para que con el auxilio de las fuerzas realistas que aún permanecían en Montevideo, sofocaran la revolución que se había producido en Buenos Aires.
La delicada situación interna que se vivía en esta ciudad, unida a los contrastes sufridos por el ejército patriota en Vilcapugio y Ayohuma y las disensiones internas determinaron que se optara por concentrar el gobierno en una sola persona, anhelo que desde tiempo atrás, tenían los “alvearistas”. Fue entonces, que el 8 de setiembre de 1813, la Asamblea General decidió suspender por un tiempo sus sesiones y nombrar una “Comisión Permanente” compuesta por cinco miembros que debía convocar a los diputados en caso de necesidad, autorizando, por medio de la misma Resolución al Triunvirato “para que obre de por sí, con absoluta independencia durante la suspensión de las sesiones”, lo que significaba que se le otorgaba al gobierno, “facultades extraordinarias”.
El Triunvirato, compuesto en ese entonces por Gervasio Antonio de Posadas, Nicolás Rodríguez Peña y Juan Larrea, convocó a la Asamblea y ésta reanudó sus sesiones el 21 de enero de 1814, dispuesta a considerar la nota que le había enviado el Triunvirato, expresando era indispensable y urgente “la concentración del poder en una sola mano”.