Continuando su tradicional política de expansión hacia la
cuenca del Plata, los brasileños invadieron entre 1816 y 1820 la Provincia
Oriental, con la excusa de combatir a las fuerzas de José Gervasio Artigas, y
la incorporaron al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve con el nombre de
Provincia Cisplatina. Tras la Independencia de Brasil en 1822, el emperador
Pedro I mantuvo la ocupación.
Si bien el gobierno de Buenos Aires sostuvo una actitud expectante ante una
invasión que eliminaba un adversario aún a costa de la pérdida de una
provincia, la opinión pública en todo el país exigía la ruptura con Brasil.
El 19 de abril de 1825 con el apoyo de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, una
pequeña expedición — los llamados Treinta y Tres Orientales — partió de San
Isidro al mando de Juan Antonio Lavalleja y de Manuel Oribe y desembarcó en las
costas orientales del río Uruguay.
Pronto consiguieron sumar a su movimiento a la población de la campaña
uruguaya, pusieron sitio a Montevideo y, reunidos en el Congreso de la Florida,
solicitaron reincorporarse a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El pedido fue aceptado por el Congreso Argentino. Ante esto, Brasil declaró la
guerra, paso que dieron a su vez las Provincias Unidas el 1 de enero de 1826.
La República puso al mando del ejército a Carlos María de Alvear, mientras que
encargó al almirante Guillermo Brown la conformación de una flota.
Brasil contaba con el doble de efectivos, buena parte de los cuales eran
mercenarios alemanes, mientras que su flota con 80 unidades — algunas de gran
porte — era varias veces superior en número y potencia de fuego a la flotilla
republicana.
La escuadra brasileña estableció rápidamente un bloqueo, al que la República
respondió con acciones de corso y salidas audaces de su exigua escuadra.
LA TERCERA DIVISIÓN IMPERIAL
A comienzos del segundo año de la guerra, aprovechando su amplia superioridad
numérica, las fuerzas navales del Imperio destacadas en el Río de la Plata, al
mando del almirante Rodrigo Pinto Guedes, se separaron en tres divisiones:
-la Primera División, “Oriental”, para asegurar la
costa oriental (Uruguay) desde la desembocadura del río Uruguay hasta el océano
Atlántico. El grueso de la fuerza se destinaría a la División
“Mariath”, al mando de Frederico Mariath, que daría apoyo a la
Tercera División.
-la Segunda División, “Bloqueo”, para impedir el
tráfico marítimo y fluvial hacia y desde el puerto principal de Buenos Aires y
los secundarios de la costa bonaerense (Las Conchas, Ensenada de Barragán y El
Salado), al mando del capitán John Charles Pritz
-la Tercera División Naval Imperial, que al mando del capitán
de fragata Jacinto Roque de Sena Pereira debía internarse en el río Uruguay,
para dividir el frente argentino explotando las diferencias políticas de la
Provincia de Entre Ríos con Buenos Aires, exacerbadas con motivo de la
aprobación de la Constitución Unitaria de 1826, controlar el río Uruguay en
toda su extensión, cortar consiguientemente la línea de suministro a la fuerza
expedicionaria argentina que combatía ya en territorio brasileño, y para
facilitar un eventual ataque de flanco que ocupara Entre Ríos.
PRIMER AVANCE ARGENTINO
Ante la amenaza, y enfrentando tres fuerzas — cada una de ellas similar o
superior a la propia — Brown respondió con rapidez, organizando una escuadra
con el objetivo de avanzar sobre la boca del Uruguay, buscar y aniquilar
la Tercera División.
Simultáneamente, para dificultar el envío de refuerzos de la División Oriental
brasileña a Sena Pereira y asegurar así sus espaldas, dispuso fortificar la
isla Martín García (fue llamada “La Fortaleza de la Constitución”), mientras
que para la defensa de la costa bonaerense dejó atrás a su buque
insignia, el Bergantín Independencia, al Bergantín
República, la Barca Congreso y cuatro cañoneras, al mando del capitán de Marina
Leonardo Rosales.
Típica en Brown, la medida era audaz, dado que en teoría la escuadra enviada
era, en el mejor de los casos, de similar potencia a la brasileña; mientras
que, tanto la fuerza de Martín García como la de defensa de Buenos Aires, eran
claramente insuficientes para sus propósitos.
El 26 de diciembre de 1826 zarpó la escuadra argentina, arribando al río
Uruguay el 28 de diciembre. Encontrando una escuadrilla de la Tercera
División inició la persecución, dándole alcance el día 29 en el
Yaguarí. Brown envió al comandante brasileño como emisario a John Halstead Coe,
capitán de la Sarandí, intimándolo a la rendición, pero Sena Pereira tomó
prisionero al parlamentario; con ello dio inicio al combate, que se extendió al
día 30 de diciembre.
Dada la falta de viento y la estrechez del canal que impedía maniobrar
adecuadamente, la acción no pasó de una escaramuza.
Impedido de acceder al estrecho canal, Brown se retiró al sur hacia Punta Gorda
para esperar a los brasileños. Previamente desembarcó un destacamento en la
isla Vizcaíno para eliminar el ganado y envió instrucciones a la milicia de
Santo Domingo de Soriano para que obstaculizara el abastecimiento de los
brasileros.
Estos últimos se retiraron hacia el norte, hasta Concepción del Uruguay (en la
época todavía se la solía llamar Arroyo de la China), donde consiguieron
alimentos.
Considerando la amenaza de la División Mariath sobre su retaguardia, Brown
decidió regresar a Buenos Aires en búsqueda de refuerzos para Martín García.
También encargó a Rosales regresar la Goleta Sarandí al Uruguay por el Paraná
de las Palmas mientras ultimaba los preparativos, finalizados los cuales se
reintegró a la flota, embarcado en una pequeña ballenera.