En la rica historia de las luchas por la independencia y las guerras civiles argentinas, el Motín de Arequito ocupa un lugar especial, aunque a menudo olvidado. Este suceso, que tuvo lugar el 8 de enero de 1820, fue un acto de rebelión militar liderado por el General Juan Bautista Bustos, en el que las tropas del Ejército del Norte se negaron a continuar luchando en las guerras civiles que asolaban al país.
El contexto histórico es crucial para entender la importancia de este motín. En 1820, Argentina se encontraba en una situación caótica, con las Provincias Unidas del Río de la Plata enfrentadas entre sí y sin un gobierno central fuerte que pudiera unificar al país. En medio de este desorden, las tropas del Ejército del Norte, cansadas de combatir sin un objetivo claro, se amotinaron en la localidad de Arequito, en la actual provincia de Santa Fe.
El líder del motín, Juan Bautista Bustos, no buscaba derrocar al gobierno, sino poner fin a las luchas internas que debilitaban a la joven nación. Su objetivo era redirigir los esfuerzos militares hacia la protección de las fronteras y la consolidación de la independencia, en lugar de seguir participando en las guerras fratricidas. Este acto de desobediencia marcó un punto de inflexión en la historia argentina, ya que contribuyó al fin del poder centralizado en Buenos Aires y al inicio de la llamada “Anarquía del Año XX”.
A pesar de su relevancia, el Motín de Arequito ha sido, en muchos casos, relegado a un segundo plano en la enseñanza de la historia argentina. Sin embargo, este evento es fundamental para comprender las dinámicas políticas y militares de la época, así como la compleja construcción de la nación argentina.