A 244 años del nacimiento de José de San Martín

En el aniversario del nacimiento del libertador, Beatriz Bragoni, doctora en historia e investigadora del CONICET, comparte algunas de las características menos conocidas del “Padre de la Patria”.

José Francisco de San Martín y Matorras nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, localidad de la actual provincia de Corrientes. En 1783, la familia San Martín se trasladó a Buenos Aires y hacia finales de 1783 emprendió viaje a España, arribando al puerto de Cádiz en la segunda quincena de marzo de 1784.

Fue militar profesional, veterano de guerra en tres continentes. Intervino en distintos campos de batalla en Europa durante las guerras napoleónicas y retornó a Buenos Aires en 1812 para luchar por la libertad de Sudamérica. Tras diez años de vida pública consiguió asegurar la independencia de tres países.

En España formó parte del ejército real. Participó en 31 acciones bélicas. Fue ascendido al grado de teniente coronel y condecorado con medalla de oro por su actuación en la famosa batalla de Bailén, donde resultaron batidas las legiones invasoras del emperador Napoleón I. Para ese entonces, San Martín había comenzado a vincularse con jóvenes rioplatenses que residían en España y que buscaban la independencia de sus tierras nativas. En 1811, pidió y obtuvo su retiro del ejército real, dejó España por la vía de Portugal y se trasladó a Londres. Finalmente, el 9 de marzo de 1812 desembarcó, junto a otros rioplatenses, en Buenos Aires, la ciudad capital del antiguo Virreinato del Río de la Plata. A partir de ese momento comenzó su incesante lucha por la independencia de los pueblos americanos, lucha por la cual se lo considera el “Padre de la Patria”.

A 244 años del nacimiento de José de San Martin, dialogamos con Beatriz Bragoni, doctora en Historia, investigadora principal del CONICET y actual directora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del CONICET en Mendoza, sobre la figura pública de San Martín, sus usos políticos y los motivos que la llevaron a profundizar sobre el General en su faceta más histórica y humana en su libro San Martín. Una biografía política del Libertador (2019).

-¿Por qué eligió a San Martín para realizar su investigación?

-La vida de San Martín ha sido objeto de atención de historiadores, ensayistas y aficionados desde el siglo XIX a la actualidad por su protagonismo en las independencias hispanoamericanas. Sin embargo, mi interés por ofrecer una nueva biografía política de San Martín tuvo como propósito desacoplar las concepciones y prácticas políticas que distinguieron su accionar en el contexto del derrumbe del orden imperial español en América y la formación de las nuevas nacionalidades sudamericanas, y el montaje intelectual y político que lo ubicó en la cúspide del panteón nacional. Es decir, me interesó distinguir el pasaje del hombre de carne y hueso de las operaciones políticas, intelectuales y monumentales que lo erigieron en piedra de toque de la mitología nacional.  

-¿De qué fuentes se valió? 

-La investigación se nutrió de diferentes colecciones documentales editadas en base al archivo personal de San Martín, alojado en el Museo Mitre, y de otros fondos consultados en el Archivo General de la Provincia de Mendoza, el Archivo General de la Nación y el Archivo Histórico Nacional de Chile; la colección de documentos editados en Perú resultó fundamental para analizar el Protectorado peruano, junto a exponentes de la prensa alojados en el Instituto Riva Agüero de Lima y la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Madrid; la etapa del ostracismo voluntario se nutrió de la consulta de expedientes policiales franceses, depositados en el magnífico Archivo Pierrefitte (París). Cabe destacar la importancia de haber cotejado la información primaria con la nutrida bibliografía de las independencias hispanoamericanas que renovó enfoques y procedimientos de investigación en los últimos 30 años.   

-¿Por qué motivo el General se embarcó en la lucha por la independencia si no tenía lazos importantes con el suelo rioplatense? 

-San Martín como soldado del Rey vivió con preocupación la crisis de la monarquía española, la desacertada estrategia de guerra ensayada contra las tropas napoleónicas, la movilización social disparada con la invasión francesa y la profunda desconfianza de las autoridades sustitutas del rey cautivo (Junta de Sevilla y Consejo de Regencia) sobre los oficiales españoles-americanos que podían conspirar contra el programa gaditano. En esa coyuntura, ingresó a una sociedad secreta o masónica comprometida con la independencia de América y gracias a los contactos mantenidos con oficiales ingleses consiguió salir de España y llegar a Londres después de haber pedido el retiro del ejército español y ser autorizado a viajar a Lima, la ciudad más atrayente de su imaginario americano. 

-¿Por qué se configura la imagen de San Martín como “Padre de la Patria”? ¿Cuáles fueron sus principales usos políticos y cómo fue cambiando su imagen pública a lo largo de los siglos? 

-Es muy interesante restituir el proceso intelectual y político que consagró a San Martín como máximo héroe nacional; se trata de un largo proceso nutrido de narrativas e intervenciones públicas que hizo de la recuperación del pasado revolucionario el zócalo de la cultura e identidad nacional. Dicha empresa estuvo a cargo de los románticos argentinos (Sarmiento, Alberdi, Juan María Gutiérrez y Mitre) quienes hicieron de su perfil público un modelo de virtudes cívicas y morales, con posibilidades de asociarlo a la tradición republicana para lo cual resultó capital despojarlo de sus convicciones o preferencias monárquicas constitucionales. Un proceso selectivo de olvidos y recuerdos inspirado en el nacionalismo liberal que luego en el siglo XX resultó reemplazado por el nacionalismo militar. Dicha mutación se visualiza de manera clara al contrastar los discursos y sentidos del funeral cívico que tuvo lugar con la repatriación de sus restos en 1880, y los que impregnaron los rituales estatales del siglo XX, en particular con la conmemoración del año del Libertador de 1950 reglamentado por el Estado peronista.     

– ¿Cuál es la imagen pública de San Martín en Chile y Perú?

-En ambos países San Martín es reconocido como libertador, es decir, como un personaje central de la independencia que se expresa en el temprano monumento ecuestre inaugurado en 1862 en Santiago a instancias del publicista Benjamín Vicuña Mackenna; en Lima, el homenaje es más tardío, pero igualmente importante. 

– ¿Encontró algún dato de la vida del General que la sorprendió?

-Me pareció muy interesante restituir el papel de San Martín y de su familia en la preservación de su memoria; un aspecto que no había sido advertido lo suficiente. Un proceso fascinante que obliga a tener en cuenta su correspondencia personal, la clasificación del archivo, la reunión de reliquias, sus conversaciones con Sarmiento, Alberdi y Frías, y el contexto europeo y latinoamericano dirimido por los funerales de estado de Napoleón y Bolívar entre 1840 y 1842.  

-Luego de su investigación, ¿cambió su forma de interpretar la figura de San Martín? 

-Por supuesto que San Martín mantiene su lugar en la mitología nacional; pero lo que aprendí con la investigación es algo que formuló oportunamente Oscar Terán: “la ventaja de la historia frente al mito es que no se cierra nunca”. 

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